miércoles, 12 de diciembre de 2012
Post "premenstrual"
Hoy antes de salir de casa, prendí la tele, como un acto reflejo para chequear la temperatura, como si no bastara con asomarse a la calle. En el noticiero relataban un robo a una sede de Boy Scouts, el camarógrafo enfocó a un preadolescente regordete y pelirrojo que, enfundado en su uniforme, hacía pucheros y movía la cabeza de un lado al otro, mientras apretaba el puño pensando en ese campamento en Bariloche que no iba a poder ser. Me di cuenta de que estaba lagrimeando y apagué la tele bastante avergonzada. Casi siempre le echo la culpa al síndrome pre menstrual por estos accesos de llanto, pero creo que vivimos una época de violencia silenciosa, que pasamos nuestros días en carne viva sin darnos cuenta. Ayer absolvieron a todos (sí, a todos) los imputados en el caso de Marita Verón y sentí algo más que angustia, una mezcla de desconsuelo, impotencia y ganas de gritar. Ver pucherear al niño scout disparó en mi cabeza una serie de injusticias, como un dominó, y no pude dejar de llorar, por los niños platenses que no se pueden ir de campamento después de haber vendido pizza y rifas todo el año, por Marita que sigue sin aparecer, por los muertos de Once que parece que nadie recuerda, por toda esa gente sin oportunidades y que tan livianamente tildamos de delincuentes sin imaginar siquiera la desesperación de no tener para comer, para estudiar, para nada. Eso, tristeza.
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