lunes, 28 de diciembre de 2009

De vuelta


Buenos Aires me recibe con un aire espeso, por la radio anuncian lluvias. A mí me parece que el cielo está muy lindo, peinado a la gomina con esas nubecitas onduladas como el pelo de Josephine Baker. Estamos todos: las bocinas, el 60 que, saco la cuenta, recorre 12.000 km por día; los jacarandás, las señoras con las bolsas de los mandados, las que limpian afanosamente sus veredas, el taxista que adivina que soy de Acuario porque le comento que quiero volver a mi casa, y entonces me dice que soy muy buscada como amiga, pero que con las parejas me cuesta más. Lo escucho porque es simpático y dice todos sus disparates sin un ápice de maldad, se siente Nostradamus, termina diciéndome que soy linda como su hija y que si quiere me pasa el teléfono de su primo. Paso. Y en mi casa están los felinos desconcertados por mi larga ausencia: maúllan, ronronean, reclaman y se duermen. Dichosos, a mí me espera una jornada laboral, respiro hondo en el 130, cierro los ojos y agradezco las magnolias que veré desde la ventana de la oficina cada vez que me cuelgue con cara de estar resolviendo un gran enigma gramatical.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Sos mucho más que lo que puedo pedir en cualquier Navidad.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Jingle bells, my ass

Todo aquello que detesto de las fiestas, sin chistar y sin soplar, comenzando ¡ya!:
los petardos, cañitas y demás porquerías pirotécnicas; las peladillas de maní; el pionono, su nombre papal y todo lo que lleva adentro; todas las comidas frías, bañadas en mayonesa, con el pretexto de comer "liviano" porque es verano, cuando en realidad se engulle en un volumen tan espeluznante que mejor hubiese sido comerse unos ravioles; los brindis, las fiestas laborales de fin de año, los mails en cadena llenos de lugares comunes; los saludos por facebook y mensajes de texto; las vidrieras con nieve; las promociones de los shoppings; las publicidades cancheras de cerveza (a esas las detesto todo el año); el desubicado que pretende que labures el 25, etc.
Lo que adoro de las fiestas: viajar 1400 km en tres días y pasar la navidad con mis tres queridos.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Subjetiva


Si hasta ayer leí el gesto de su mano como un ademán de concentración, hoy no tengo dudas, a esta chica también le duele una muela. ¡Oh, maldito molar que estrechas mi horizonte!

jueves, 3 de diciembre de 2009


Hoy la calle se ríe conmigo y no de mí.

martes, 1 de diciembre de 2009

Fin de año


Cuando alguien llama para apresurar los tiempos de publicación de un libro y esa persona no está familiarizada con el trabajo editorial, es muy difìcil hacerle entender la dedicación y el tiempo exacto que esta tarea demanda. En general, el "trabajo mental" levanta sospechas y más de uno te mira como queriendo decir "cansado está el que hombrea bolsas en el puerto". Seguro que sí. A mí no me duelen los músculos de la espalda, ni las piernas de caminar toda la ciudad repartiendo el correo, por ejemplo. Pero: un amigo me comentó via messenger que está "chinchudo"; cerré la ventanita de diálogo y mientras revisaba un documento empecé a imaginarlo sentado en su escritorio, el ceño fruncido, todo lleno de chinches. Chinches bicho y chinches de librería. Y me reí. En ese estado lisérgico se encuentra mi cerebro el 1ro de diciembre. De más está decir que es bastante complicado concentrarse cuando se está alucinando chinches. Por lo pronto, cierro el messenger.