martes, 30 de septiembre de 2008

Piolín y el jugo




A la campaña solidaria en pos de ayuda terapéutica para los taxistas, sumo ahora mi esfuerzo para acercar profesionales de la salud mental al rubro de los publicistas. Tal vez esté siendo un poco alarmista. Juro que los dejo en paz si alguno es capaz de explicarme por qué la campaña de Clight obliga a una chica a estudiar las razones por las cuales un canario le levanta el ánimo o la obliga a “bajar un cambio”. ¿Qué les hace pensar que escucharla decir “la verdad que el canario me pone las pilas” me hará sentir identificada con ella y con ardorosos deseos de tomar jugo de maracuyá y pomelo rosado? No, señor.

lunes, 29 de septiembre de 2008

So long, farewell...


Cool Hand Luke, peliculón.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Everybody wants to go to Japan




Siento cosas. Esta noche sueño que vivo acá.

martes, 23 de septiembre de 2008

Elogio porque sí

Porque le das una palmadita en la espalda a la gente que te gusta cuando la saludás y si algo capta tu atención, te quedás con la boca semiabierta tratando de decidir si está bien o te parece una soberana pavada lo que estás escuchando. Caminás con pasitos cortos y apurados mientras te acomodás compulsivamente el pelo. Porque pensás el mundo en términos de espacio y el espacio en función de la belleza. Cuando te quedás sin palabras, buscás un cómplice y lanzás una carcajada. Y cuando un tema te apasiona, sencillamente tengo ganas de abrazarte.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Luciérnaga


Siento una enorme, irrefrenable y casi ridícula atracción por todo lo que tenga luz (lo mismo me pasa con todo lo que tiene helado). Lo que más recuerdo de las navidades de mi infancia no son los regalos ni los sorbos de alcohol que tomaba a escondidas, sino el momento en que se encendía el árbol y las estrellitas de Navidad. Velas, focos de colores, cajitas de luz, luciérnagas, estrellas fugaces, una obra de Román Vitali, todo aquello que brille captará mi atención durante, por lo menos, quince minutos. La semana pasada descubrí en una fiesta un foco que contenía la imagen de San Cayetano, no soy muy devota, pero este santo luminoso me dejó perpleja. Un efecto similar tenían los rosarios fosforescentes que me regalaban mis abuelas. Nunca pude terminar un Ave María, a mitad de la oración me colgaba con el fulgor del collarcito. Tal vez en mi vida pasada fui un bichito de esos que revolotean alrededor de las lamparitas (si es así, ¡vaya que hemos mejorado!). O puede ser algo genético, mi padre tiene una obsesión por las linternas. Hay una debajo de su almohada, en su mesa de luz, en la guantera del auto, en su llavero, en la caja de herramientas, y sospecho que en todos sus cajones. Con ellas revisa el interior de artefactos, alumbra el camino en su recorrida nocturna por el jardín y es feliz cuando se corta la luz. Al menos él puede alegar que las usa para algo. ¿Yo qué puedo decir si me encuentran muerta de risa en el patio de mi casa revoleando una estrellita encendida en pleno septiembre?

jueves, 18 de septiembre de 2008

Mi cliché


Es sabido que las chicas solteras debemos tener algo que nos identifique, pues somos altamente peligrosas. El gato siempre funciona. Sobre todo una preciosura como este. Escuché a muchas decir que su miedo más grande era terminar viviendo sola con muchos gatos. Curioso, el infierno de algunas es la felicidad de otras. Quiero aclarar que no lo trato de “hijo”, no le pongo ropita, tampoco creo escuchar la palabra “mamá” disfrazada en un maullido. Está bien, yo también tengo mis prejuicios y me atrevo a decir que las personas que no quieren a los animales no son de fiar. Y así estamos, todos llenos de etiquetas.







miércoles, 17 de septiembre de 2008

1, 2, 3, catarsis!



Papel glacé metalizado, un jugo de pomelo y menta, caminar sobre hojas secas, levantarlas a montones y tirarlas al aire; pellizcarle el morro frío a mi gato, ruido a río, guirnaldas de colores, un pájaro negro con reflejos azulados; un ramo de jazmines, los cachetes de Kang-ho Song, "Lullaby of Birdland" cantada por Ella, un chiste de mi hermana, diez vaquitas de San Antonio... pienso en todo eso, respiro... y nada, che. Sigo igual de enojada, y lo duplico por ser la décima vez que me enojo por el mismo motivo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Grata sorpresa


Confieso que cada vez que voy al Centro Cultural Recoleta salgo muy deprimida. Sus paredes descascaradas, la iluminación pobre, el montaje lastimoso de las obras. Pero esta vez fue diferente. El CCR está remozado. Y no sólo eso, fui pensando en ver Pompeya, la exposición de Nahuel Vecino y me encontré con algo que me gustó más. Una muestra del Foro de ilustradores. Preciosa. Cuando paso por una librería, me tomo un rato para hojear libros infantiles, me fascinan. Sin darme cuenta garabateo mis libros con viñetas que no son muy buenas pero completan lo que estoy leyendo. Así que fue un placer ver el trabajo de estos talentosos muchachos y muchachas. Me encantaron las obras de Ariel Cortese, Paula Dufour y Eva Mastrogiulio. Hay una muy linda de Turdera, que nunca defrauda.

Nota: esta obra es de Cortese y no está en la muestra del Recoleta, la levanté descaradamente de la página del mismo. C'est la web: http://arielcorteseilustracion.blogspot.com/. Es increíble.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Etimología de salón

En Entre Ríos la palabra acceder puede reemplazarse por pelar, molestar por geder y abusar tranquilamente de la locución adverbial “de más” para enfatizar prácticamente todo. Así: “Dejá de geder con el río, el día está de más feo, hoy para ir a la playa no te pelo”. Hay muchísimos ejemplos y no solamente en el Litoral, cada lugar tiene sus preferencias. Cuando llegué a Azul, me llamó la atención que algunas personas dijeran masitas en vez de galletitas, me molestó que se refirieran a los crayones como ceritas y a los marcadores como fibras. Porque hay que admitir que cada uno tiende a defender sus elecciones lingüísticas con cualquier argumento. Nadie dice jean en lugar de vaquero porque sí. Hubo una palabra sobre la que no pude decidirme de manera inmediata. Algunos azuleños usan incordioso para decir inquieto, molesto o incómodo. Me pasa algo extraño con esa palabra, por mucho que intento no me acostumbro. Las primeras veces me pareció un poco ridícula, obsoleta. Ahora me resulta encantador que elijan esa palabra y no otra. Incordioso se arma con el prefijo de negación in más cordis del latín corazón. Me encanta que en una ciudad de hombres recios en camioneta, de llovizna fría y pocas palabras lo que incomode e inquiete sea la falta de corazón. Es así, se puede ser bien cursi sin saberlo.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

jueves, 4 de septiembre de 2008

martes, 2 de septiembre de 2008

Reivindicación de la envidia

¡¡¿Y esto?!! ¿qué se supone que sienta viendo esto? ¿Lisa y llana admiración? No, señor. En-vi-dia.