lunes, 12 de abril de 2010

Ring ring Balvorín

Ya lo dijo Freud, la falta es el motor del deseo. Durante meses el teléfono durmió en el más absoluto olvido, negro y triste sobre un estante de la biblioteca. ¿Para qué levantar el teléfono si puedo mandar sms, mails, mensajes en Facebook; enterarme de la vida de los que me interesan a través de sus blogs y páginas personales? Bastó que el aparatito quedara sin tono para que sintiera la imperiosa necesidad de consultar la hora en el 113, reclamar a mi proveedor de internet por la lentitud de la misma, hacer consultas en el 0800 de la AFIP o pedir helado justo cuando me quedé sin crédito en el celular. ¿Cómo sobrevivir sin teléfono? A eso se sumaba el inconveniente principal, la imposibilidad de levantar los mensajes. ¿Cuántas personas habrían dejado un mensaje desesperado preguntándose dónde estaríamos? ¿Y si justo llamaron ofreciendo algún trabajo? ¿Algún viaje a Tailandia sin cargo? Hoy llegó el tan esperado operario de Telecom. Una de esas personas irremediablemente confianzudas que al minuto te inventaron un sobrenombre, te piden algo para tomar y se sientan a contarte que viven en Parque Chas, que también tienen un gato, que salieron el fin de semana y por eso tienen sueño (y un olor a alcohol que voltean), que "vamos a la terraza a ver qué onda con el cable, Candy?". No era su exceso de confianza lo que me molestaba, tampoco me sentí amenazada (lo siento por Santo Biassati, pero no creo que todas las personas del mundo me hagan preguntas con la intención de robarme, asesinarme y tirar mis restos en un pastizal), era el tiempo que estaba demorando en conectar el condenado cable roto. Luego de un monólogo sobre los inconvenientes de las conexiones al aire libre, los intríngulis de algunas terrazas y un solapado galgo (cualquiera que me diga que parezco de 25 y que se nota que hice danza tiene segundas intenciones), operario buena onda partió en su mini-traffic. ¡Al fin! A solas con mi teléfono y sus misteriosos mensajes. La primera desilusión fue enterarme de que solo teníamos dos mensajes nuevos, la completa desazón llegó al escuchar la voz temblorosa y algo indignada de mi abuela diciendo "a ver si me llamás, María Candelaria" y una excitada señora anunciando que ganamos un Renault, solo pagando 24 cuotas de no sé cuántos pesos. Creo que lo que peor me cayó fue que mi abuela solo hubiera llamado una vez. Raro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

che, fue el finde de abuelas reclamonas?
Mi abuela tambien me llamo en tono de reproche.

Personas en la sala dijo...

Uf, para mi abuela, es una vida de reclamona.

chivilboy dijo...

la ultima imagen que tengo de vos,es verte caminando bajo la lluvia con el sr nervioso,cruzando un puente...mientras,en sentido contrario,nosotros nos dirigiamos al cumpleaños de Tommy.

Alicia dijo...

mi abuela deja mensajes de ultratumba en el contestador y me asusta al marido. cariños
p.s. me matan tus tags