sábado, 20 de noviembre de 2010

Baltic Rolando


Como generosa institución me cubría viáticos abusé un poco del taxi en Berlín hasta que logré ubicarme en el mapa que cargaba desde el día uno sin ninguna eficacia. Los berlineses son marcianos y los taxistas no son la excepción. Este señor era de una ciudad del norte, cerca del mar Báltico que había pertenecido la DDR; como para no desentonar con su historia, vestía una chaquetita ochentosa raída y un peinado de foto antigua. Era muy pálido y locuaz. Hacía grandes esfuerzos por explicarme en inglés cómo era su vida en Berlín y cuál era la historia de cada lugar que atravesábamos. A esa altura no me sorprendía su simpatía, el mito del alemán mala onda se había derrumbado cuando aterricé en Tegel y me crucé con el primero. Lo que me llamó mucho la atención fue que durante los casi treinta minutos de viaje el señor anunciaba con exaltación renovada cada vez que pasábamos de un lado del muro al otro. "Zis is Vest, now Eeast, crazy, crazy!!". Y así lo hizo cada vez que su auto cruzaba la ya casi imperceptible línea que recuerda el muro. Cuando nos encontrábamos con algún trecho del muro original y en pie, detenía la marcha y lo miraba con los ojos fuera de órbita a la voz de "See?? See? Zis was all over!!". A casi 22 años de la caída del muro este hombre todavía no salía de su asombro.

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