viernes, 11 de julio de 2008

Bailemos

Toda danza tiene una manera particular de ser interpretada. La danza clásica requiere de suavidad, los cuerpos se mueven etéreos como si estuvieran volando. El flamenco, en cambio, tiene una fuerza impresionante, que sale del escenario y se te viene encima. Es muy diferente la manera de poner el cuerpo en una y en otra. Tengo una amiga que baila flamenco y clásico. Cuando baila clásico y queda suspendida en el aire como tirada por un hilo, parece frágil y vulnerable; cuando baila flamenco, mete miedo. Se le transforma la cara, se convierte en una especie de maremoto bailarín. Siempre me impresionó esa capacidad para cambiar de actitud. Supongo que no debe ser fácil. Tampoco debe ser fácil destrozar un género como lo hace Raffaela Carrá en este video de Fiesta, observen como parece que baila flamenco… pero no. Y el crimen lo rematan sus “Susanos” (o “Rafaelos”, en este caso), con sus trajecitos ajustados y sus sombreros con borlas. Me fascinan estas “creaciones”. Le pongo unos volados al vestido, revoleo una manito, grito “ole!” y ¡listo! Lo mismo me pasa con Rodolfo Valentino bailando tango en Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Lo más gracioso de todo es que está disfrazado de gaucho y la señorita es una fusión de dama antigua con sevillana. Imperdible. De todas maneras, cumple con su propósito, no hay baile más "macho" que el tango, ni nadie más macho que Valentino.

1 comentario:

P dijo...
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