jueves, 27 de noviembre de 2008

El día en que supe que iba a cambiar de gimnasio

Peleábamos contra la máquina de Pilates, que de modo nada casual se llama “Reformer”. Éramos tres, una chica que estudia medicina; una señorita en sus 40, un poco rara, con muchos agregados, y yo. De repente notamos una presencia en la ventana que da a la calle. Un niño de aproximadamente 12 años disfrutaba del espectáculo (bastante triste, debo decir) de estos cuerpos envueltos en telas adherentes. La chica rara se levantó, ofuscadísima (es lo que deduje por el tono de su voz, los gestos de su cara eran los mismos para todo). Abrió la puerta del salón, y sin nada de pudor, gritó: “Fulanita, ¿le decís a la gente de limpieza que saque al chiquito del vidrio?”. Nada que agregar.

5 comentarios:

lucesazul dijo...

Digamos que a esa persona le falta un reformer en la cabeza.

Diego dijo...

Ésa es la clase de gente que votó a Macri, me cachendié. Así estamos. Yo le hubiera dicho: ¿De qué se asombra? ¿O están sus cejas así todo el tiempo?

Clarita dijo...

odio los gimnasios con ventanales a la calle, un bajón la cuarentonta!

El payador dijo...

no le quites las piedras al río
no le saques el alma a tu sombra
no le arranques la savia a ese árbol
no le arrugues la piel a la fruta
no le tapes el sol a la tierra
no le cubras de nubes los parques
no almidones de acero lo verde
no permitas al fuego que avance
no te amargues en lágrimas fatuas
no cercenes las almas que vuelan
no maltrates la lluvia que cae
no desistas de abrirte de gozo

Personas en la sala dijo...

Luces, es tremendo el nombrecito, o no?
Diego, ojalá se tratara solo de una cuestión política.
Clarita, ahora lo plotearon todo y es peor porque te ven de a pedacitos.
Uno más en el mundo, muy lindo, pero estoy en re malos términos con la lluvia. Es ella la que me maltrata.