Si bien vengo notando un deterioro lento pero sostenido de la lengua en general, es el piropo callejero el que sintetiza todas mis preocupaciones. Cada vez usamos menos palabras, balbuceamos frases llenas de muletillas, como primates parlantes. Y no me refiero a un uso rimbombante y recargado del español; si antes para elogiar algo decíamos: "¡qué buen perfume tenés puesto!, ¿cómo se llama?"; ahora es: "alto perfume". Alto, grosso, posta, tipo, como, han reemplazado frases completas y perfectamente construidas.
Lejos quedaron los me gusta el azul, me gusta el rojo, pero más me gustan tus bellos ojos; ya ni siquiera pesco algo de ese ingenio morboso del piropo atrevido que pone a las chicas coloradas de vergüenza o un conciso ¡a la pelotita!, no. Ayer fui testigo de la muerte del piropo. Caminaba delante mío una chica despampanante, a dos metros un señor que esperaba el colectivo se enderezó, sacó pecho y se preparó. Cuando la señorita pasó a su lado se inclinó y acercándose a su oído emitió una serie de ruiditos guturales indescriptibles, que después comprendí emulaban el sonido de la succión. Ni una sola palabra, hubiese preferido un "te chupo toda".
jueves, 26 de noviembre de 2009
lunes, 23 de noviembre de 2009
Para reflexionar
Todavía no decido si hacerse cargo del mal humor ajeno y tratar de remontarlo es una costumbre fundada en el más ridículo egocentrismo, como si fuésemos el disparador de cada ceño fruncido que nos rodea, o de sencilla y plana estupidez.
domingo, 22 de noviembre de 2009
viernes, 20 de noviembre de 2009
De cómo quitarle encanto al verano
martes, 17 de noviembre de 2009
Que nadie me diga otra cosa
Así como creía en Papá Noel y el ratón Pérez, creo en el poder del "fin de año" y el comienzo de uno "nuevo". No indaguemos, solo creamos.
martes, 10 de noviembre de 2009
Ver para creer
Muy señor mío:
Deseando profundamente volver a conciliar el sueño, le ruego se le aparezca a otra persona, o tenga a bien hacerlo durante los fines de semana y fiestas de guardar. Salúdolo con mi mayor consideración, Doña Cristina Mercedes del Buen Pastor.
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una nota perfumada debajo de la almohada
lunes, 9 de noviembre de 2009
martes, 3 de noviembre de 2009
Desmembrado
Ante mi preocupación por el parate laboral en cierne, mi abuela acotó: "vos quedate tranquila que yo le rezo al brazo poderoso de nuestro señor Jesucristo". ¿Y ese? ¿Dónde quedó el más convencional San Cayetano?
Tenía que ser sueco!
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Un poco de Nosferatu, otro de Steve McQueen, una gota de James Cagney, voilà!: mi vampiro preferido. Todo bien con Bill, pero los vampiros buenos no tienen tanta gracia.
True Blood es de Allan Ball, los que vieron Six Feet Under, me entienden. Los que no, ya mismo están empezando.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Gesto
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Me vi obligada a tomar el subte, cosa que nunca hago por una cuestión de súbita claustrofobia e hipersensibilidad a los aromas corporales. Hay que reconocer que el muy práctico viene al pelo para conectar puntos tan dispares como Chacarita y Montserrat, por ejemplo. En eso iba pensando, como tratando de convencerme de no desmayar antes de hacer combinación, cuando noté una chica con un bebé en un cochecito. Me dio un poco de pena el pobre infante sometido a las altas temperaturas y tanta cara de espanto. Como si mi mirada compasiva lo hubiese habilitado a protestar, lanzó un grito agudísimo y se largó a llorar como correspondía. La mamá, lejos de ponerse nerviosa, se inclinó un poco y puso su mano a girar delante de los ojos del bebé. Ese gesto simple, rítmico y circular bastó para que el niñito se calmara y sonriera. Mi punto es que en la vida adulta también existen esos gestos que funcionan como un lugar donde descansar y desconectar por un rato. Y pensé en el disco nuevo de Aristimuño, más Aristimuño que nunca. También él de ritmo sencillo y cero presuntuoso, con el mismo efecto de una mano danzarina.
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