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viernes, 27 de marzo de 2009
miércoles, 25 de marzo de 2009
Abuelita dime tú
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Tengo afinidad con la tercera edad. Y no me refiero a querer casarme con Clint Eastwood (cosa totalmente cierta). Me gusta la gente grande. Charlar con ellos, la forma en que repiten veinte veces la misma historia. Como cuando somos chicos y pedimos escuchar setenta veces el mismo cuento, pero al revés. Una de mis relaciones más ricas e interesantes la tuve con mi abuela. Pero quiero confesar lo siguiente y alertar a las ciudadanas senior de Buenos Aires. Si de repente la ayudo a cruzar la calle, sepa que sólo estoy pensando en apoderarme de su par de zapatos, del increíble pañuelo que lleva en el cuello, los anteojos vintage o ese vestidito hecho a medida en la década del sesenta. Soy más chirusa que altruista.
domingo, 22 de marzo de 2009
Onda verde
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Veníamos bien. Compré la ilusión de postres de chocolate que no engordan, sustitutos sanos de flan casero, el yogurt hecho con frutas exóticas. Quesos, bebidas saborizadas, etc. Es cierto, extendieron mi universo calórico y crearon en mí una fantasía más valiosa que la de la navidad misma. Pero este affaire se terminó hoy. Leyendo el sobrecito de un sabroso jugo de manzanas deliciosas, los descubrí. Sólo una manga de chamulleros puede adornar tanto las propiedades de un simple juguito. Señores de Ser: "analcohólico" no es una palabra. No abusen de los prefijos como abusan de nuestra inocencia.
viernes, 20 de marzo de 2009
Marketing paceño
lunes, 9 de marzo de 2009
En la tecla
Es gente que no está bien, claramente
Llegaba tarde a una reunión por un posible trabajo y llovía. Así que decidí darme el gusto y recorrer las 30 cuadras que separaban su casa del lugar de la reunión en taxi. Antes de subir sentí, como siempre, esos nervios inexplicables y algo del temor que me generan los taximetreros de esta ciudad. Una vez más estaba en lo cierto. El señor me miraba por el retrovisor, se mordía los labios; me volvía a mirar. ¡Zas!, me dije, otro con ganas de contarme toda su vida. Pero había algo en su mirada, algo de orgullo. Definitivamente no era un drama lo que este hombre se moría por contar. Finalmente se decidió y señalando un chico de la Guardia Urbana, me dijo: Hace un par de semanas uno de éstos me hizo una multa sin fundamentos. No sabía que podían hacer multas, le respondí mirando hacia la calle, para que le quedara claro que no tenía intenciones de charlar. Decidió contármelo, de todas maneras. Resulta que en el tribunal de faltas le había pedido al chico este que le devolviera la plata que había perdido los días que estuvo sin trabajar por el tema este de la multa. El pibe se negó y el taxista le juró venganza. Hasta ahí nada del otro mundo. En ese momento frenó, se dio vuelta y con una sonrisa de oreja a oreja me dijo: Hoy lo encontré. Aparentemente le pegó tres trompadas y mientras lo separaban le dijo: Cada vez que te vea te la pongo, me vas a tener que pagar o me matás, es la única forma. De más está decir que le pagué con el cambio justo, con monedas de cinco centavos incluidas.
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