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viernes, 11 de junio de 2010

Interferencia

Es tan sorprendente como posible que al subir a un taxi le digas al conductor: "Hasta Fraga y Olleros" y él entienda: "Quiero que durante veinte minutos me torture con sus teorías sobre los nombres de los barrios y me convenza de que mi barrio no se llama Chacarita sino Lacroze". Maravillas de la comunicación humana.

lunes, 9 de marzo de 2009

Es gente que no está bien, claramente

Llegaba tarde a una reunión por un posible trabajo y llovía. Así que decidí darme el gusto y recorrer las 30 cuadras que separaban su casa del lugar de la reunión en taxi. Antes de subir sentí, como siempre, esos nervios inexplicables y algo del temor que me generan los taximetreros de esta ciudad. Una vez más estaba en lo cierto. El señor me miraba por el retrovisor, se mordía los labios; me volvía a mirar. ¡Zas!, me dije, otro con ganas de contarme toda su vida. Pero había algo en su mirada, algo de orgullo. Definitivamente no era un drama lo que este hombre se moría por contar. Finalmente se decidió y señalando un chico de la Guardia Urbana, me dijo: Hace un par de semanas uno de éstos me hizo una multa sin fundamentos. No sabía que podían hacer multas, le respondí mirando hacia la calle, para que le quedara claro que no tenía intenciones de charlar. Decidió contármelo, de todas maneras. Resulta que en el tribunal de faltas le había pedido al chico este que le devolviera la plata que había perdido los días que estuvo sin trabajar por el tema este de la multa. El pibe se negó y el taxista le juró venganza. Hasta ahí nada del otro mundo. En ese momento frenó, se dio vuelta y con una sonrisa de oreja a oreja me dijo: Hoy lo encontré. Aparentemente le pegó tres trompadas y mientras lo separaban le dijo: Cada vez que te vea te la pongo, me vas a tener que pagar o me matás, es la única forma. De más está decir que le pagué con el cambio justo, con monedas de cinco centavos incluidas.

martes, 4 de noviembre de 2008

Clarividencia




Ayer un taxista me despidió con un saludito de lo más particular. "Suerte con eso", me dijo mientras bajaba. Me pareció extraño porque no habíamos hablado prácticamente de nada, no le di ni una pista que lo hiciera sospechar que necesitaría suerte. Supuse que era una muletilla y seguí camino hacia mi trabajo. Eso fue ayer, son las ocho de la noche y sigo en mi trabajo, aparentemente así será por los siglos de los siglos. Siento que me sangran los ojos como a las virgencitas de los informes de canal 9, no puedo leer una sola línea más. Ahora entiendo, el señor veía el futuro.

jueves, 7 de agosto de 2008

Role playing

Seis y cuarto de una tarde de martes. Tengo 45 minutos para trasladarme a la otra punta de la ciudad, donde algún desatinado tuvo la idea de ubicar la facultad de Filosofía y Letras. Después de 20 minutos de esperar el 67 bajo una impía lloviznita decidí tomarme un taxi hasta Plaza Italia. Antes de que pudiera indicarle hacia dónde iba, el señor me increpó de esta manera: ¿Vas para allí o para allá?, porque yo tendría que tomar Libertador o seguir por Alcorta; en el peor de los casos: Cabildo, para estar en Belgrano en 15 minutos. Entonces, si querías agarrar para el bajo, no me sirve, ¿entendés?... podríamos pegar la vuelta por Sarmiento y de ahí yo encaro Santa Fe…
Bastante irritada le pregunté: ¿A dónde lo llevo señor?

jueves, 31 de julio de 2008

¡Sí a los carriles exclusivos y a la atención terapéutica!


¡Cómo grita esa mina!, dijo refiriéndose a la presidenta, cuya voz sonaba desde la radio (por lo menos no era Ari Paluch). Después me contó que Cristina le recordaba mucho a su hermana, con quien tenía una pésima relación. Dicho esto, agregó: las mataría a las dos. Fratricidio y magnicidio, todo por $ 4,30 la bajada de bandera. Pero no se detuvo ahí. Tengo una amiga que es gato fino y se saluda con la Alfano. Está toda hecha “Grace”, es un gremlin. Están todas retocadas, la Zalazar, la fulanita, la menganita (listado olvidable de vedettes). Yo tendría que ser asesor de gatos, sentenció. ¡A Luli [Zalazar] sabés cómo le hubiese dicho que no se tocara la cara!, no, nena, no, el culo y las tetas, todo bien, pero la carita ¡no! Mientras tanto yo pensaba que si una carrera como asesor felino lo sacara de las calles, yo viajaría más tranquila.

martes, 15 de julio de 2008

Déjeme acá, nomás

Me gustaría saber si los taxistas se vuelven locos a medida que pasan los años o si las empresas de radio taxi sólo contratan a personas dementes. En los 13 años que llevo viviendo en esta ciudad, jamás viajé con uno cuerdo. Casi siempre me bajo asustada o incómoda, prometiéndome nunca más subir a un taxi. Durante el último viaje, el señor me explicó que para no pagar los $ 7 que le cobraba un supermercado por estacionar su auto, gastó $ 50 pesos en jabones; "yo los $ 7 pesos no se los regalo, más vale compro algo útil y estaciono 'gratis'". Mientras me contaba esto, lleno de orgullo, se limpiaba las manos compulsivamente con un trapito húmedo y se acomodaba una impecable cola de caballo. Lo más pertubador: el señor era igualito a Willie Nelson. Hubiese estado más tranquila con Kenny Rogers.