martes, 22 de septiembre de 2009

Que los cantes feliz



Cosa fenomenal habían sido los cumpleaños de músicos. Cada uno va llegando con su instrumento. Lo apoyan tímidamente contra alguna pared. Se acurrucan en el piso (en las casas de músicos la gente siempre se sienta en el suelo) y esperan. Y una se da cuenta de que están esperando. Brindan con vino tinto, se pasan sus discos, comen un guiso, cuentan un chiste, y esperan. Al fin el dueño de casa pela su instrumento y lanza las primeras notas. No faltan entusiastas. Que no, por favor, tocá vos. Pero faltaba más, acompañame, dice el otro con su guitarra en mano. El cajón peruano que oficiaba de mesa ya fue debidamente despejado y tiene a uno sentado encima, loco de contento, listo para arrancar. Bandoneón, guitarras, percusión, bombo, tenedores, platos. El que no llevó nada se desespera y hace sonar sus manos contra el pecho, chasquea sus dedos, hace tintinear su copa de vino al compás. Todo hace música.
Como en toda reunión, la gente se divide. De un lado quedan ellos, los músicos. Del otro, nosotros, la audiencia (en su mayoría discapacitados musicales, puro aplausos y fervor). En el medio están esos que estudiaron dos meses de guitarra, uno de charango, tal vez. Saben todas las letras, aun aquellas que los músicos desconocen, enloquecen a los gritos cuando detectan un bache, tiran las palabras que faltan en un acto de generosa complicidad y siguen cantando, desaforados. Esos personajes son mis preferidos. Enamorados de la música, ajenos a cualquier limitación, felices, en fin.

3 comentarios:

chivilboy dijo...

oh yeah!
vos sos mi preferida.

lucesazul dijo...

Esos son los fans. Y en su generalidad andan felices!

Hace mucho que no pasaba por acá. está buenísimo, como siempre.

Personas en la sala dijo...

Chivilboy, se agradece el exagerado entusiasmo.
Luces, chas gracias!