martes, 2 de junio de 2009


Se dice que la guerra muestra lo peor de los seres humanos. En esta ciudad, esa tarea la cumple la falta de monedas. Hace relucir las miserias más grandes, las mentiras más absurdas en pos de negar al prójimo el tan añorado "cambio chico". Miradas agraviantes por parte del kioskero que nunca cree que no tengamos para pagar "justo"; manos temblorosas, tratando de sacar la billetera de manera tal que ningún sonido delate la presencia de tan deseado bien. Y ninguno de nosotros está exento. Casi llegando al lugar donde trabajo, me frenó una señora con gesto de angustia. Le temblaban las manos y blandía una carterita que tenía un tajo notorio y malicioso sobre ese cuero reluciente de las carteras de antes. Dijo que le habían robado la billetera en el colectivo y que necesitaba tomarse el 21 a Liniers. No me importó si era cierto, ningún viejo debería pedir plata en la calle. No dudé en ayudarla, ¡pero lo primero que pensé fue que me iba a quedar sin monedas para volver a mi casa! Saqué de mi bolsillo el montoncito tintineante y se lo dí con un dolor que no puedo describir. Recién ahora caigo en la cuenta de que sufrí más por la pérdida de las monedas que por la situación desesperante de esta señora. Y lo más mezquino de todo es que estoy casi segura de que accedí a su pedido sólo porque me llamó "Señorita" en tres ocasiones. Señores del Banco Central, quiero que sepan que esta jodita está convirtiendo seres humanos medianamente buenos en viles recolectores de metal.
Ilustra: grabado de la serie Los desastres de la guerra, de Francisco de Goya y Lucientes.

10 comentarios:

Lulutrix dijo...

además los chanchitos de terracota están cada vez más flacos.

Isil dijo...

http://www.almendron.com/arte/pintura/goya/estampas/caprichos/imagenes/cap_30.jpg

Que sirva el consuelo; somos mierda hace rato.

Lulutrix dijo...

quería tirarm el I ching y no pude.

Anónimo dijo...

tremendo lo de las monedas. igual en el subte siempre te dan. Yo tengo un truco: cuando necesito un pasaje, voy con un billete de dos pesos y una moneda de 10 centavos, entonces quedas como que los estas ayudando con las monedas y ellos te dan 1 de un peso o 2 de cincuenta.

Personas en la sala dijo...

madame, qué terrible es el momento de romperlo.
Isil, yo no diría tanto.
madame, jajajaja.
Cory, te llamás igual que mi abuela preferida, qué lindo. Es buena estrategia. Ayer tuve que volver en subte después de entregarle todas mis monedas a la señora (experiencia inhumana a las seis de la tarde)y es cierto que una sutileza como $2,10 hubiese suavizado el gesto de la chica de la caja.

Anónimo dijo...

probalo, pero claro si podes tener la suerte de NO viajar en subte a las 18 hs, mejor tomate un bondi. Cada dia odio mas el transporte subterraneo.

Anónimo dijo...

Genial el post.
¿En serio es tan grave?
Acá en cordoba hace años que usamos cospeles y tarjetas magnéticas.

chivilboy dijo...

disfrazate de vieja,es la solucion.

Alma Larroca dijo...

muy real tu reflexión, en mi último viaje noté (tal cual lo describís) el nefasto efecto del temita de las monedas en el caracter de toooda la gente.

Personas en la sala dijo...

Cory, viajo en subte dos veces al año, y siempre prometo que es la última vez.
Ivillo, gracias, es incluso más grave que esto, jajaj. De todas maneras te digo que en Córdoba tuve que recorrer tres kioscos para conseguir un cospel.
Chivil, no se me había ocurrido. No sé si puedo, exudo juventud, jajaja.
Alma, he caminado 50 cuadras para no perder media hora en pos de una mísera moneda. Por suerte ahora tengo bici!