martes, 24 de junio de 2008

El oficio del corrector

Una parte de mi trabajo consiste en revisar los textos ploteados en las paredes para cada exposición y marcar con una cinta adhesiva azul los errores que cometen aquellos que los pegan, para que todo quede perfecto a la hora de la inauguración. De más está decir que no siempre sucede así. Los ploteadores se escapan sin levantar las correcciones, alguien despega las marcas, se me pasa una coma (las detesto) y cosas por el estilo. Pero existe otro tipo de correctores mucho más eficaces que quien escribe. En este caso se trata de una persona muy cercana a mí que está siempre con la cintita en la mano, lista para pegármela en la frente toda vez que me equivoco. Dicho así, suena bastante molesto. Y la mayoría de las veces lo es. Lo terrible de todo esto que en la mayoría de los casos tiene razón. Es cierto que incomoda un espejo que devuelva todo eso que no queremos ver. Incómodo, sí. Pero dejarse pegar el papelito azul viene bien algunas veces.

3 comentarios:

Mercadito de barrio dijo...

en mi trabajo a eso le llaman red mark y duele tanto en el orgullo como el papelito azul.

Personas en la sala dijo...

¿por eso era que volvías zigzagueando por Udaondo a tu casa?

Mercadito de barrio dijo...

Noooo! eso era por las correcciones de la facultad. Lo de los red marks es en el trabajo y el camino es otro.